Comienzo este blog pensando: ¿y cómo empiezo? ¿cómo expreso todo lo que quiero decir sin enrollarme a contar toda la historia?
De siempre he sido una persona muy risueña, siempre estaba alegre y, sobre todo, era feliz. Llegué a vivir la máxima felicidad hasta que un día terminó y me vi sola y sin ganas de sonreír como lo hacía antes. Quizá no he intentado encontrar ilusiones para continuar, ni motivaciones que hagan que cada mañana tenga ganas de levantarme, pero la verdad es que no veo razones lo suficientemente pesadas como para volver a ser la que era antes. Y eso es lo que más anhelo, tener una sonrisa siempre en la cara, alegrar a la gente con ella (ahora ni siquiera me alegra a mí) y ver qué soy capaz de hacer por mis sueños.
Como dije en mi primera entrada, me he cerrado en banda, no cuento nada de lo que me pasa o, si me preguntan, cuento lo mínimo. Me callo todas las veces que lloro, que lo paso mal, que siento que ya no puedo más, y ya estoy empezando a pensar que esto puede ser una de las razones por las que me sienta tan sola y no me recupere de esta etapa tan mala.
Amigos tengo, y bastantes, pero veo que no nos vemos tanto como antes, que siguen con su vida, y que yo sigo estancada. Sin embargo, sé que si les necesito van a venir pero, aunque en mi mente esté tan claro, en mi corazón, alma, o como quieras llamarlo, hay una confusión un poco desastrosa.
Hay una canción de Chayanne que dice: “Mi cuerpo, mi mente y mi alma ya no tienen conexión”. Es exactamente lo que creo que me pasa. Mi mente me dice “Sigue!”; mi alma a veces me dice “Venga, casi lo tienes”, otras veces: “Es muy difícil, pero hay que seguir adelante”, y otras: “Tania, déjalo, no puedes más”. Y mi cuerpo no sabe a quién obedecer, aunque yo creo que tira más al lado menos racional. Si mi alma fuera un “mini-yo”, estaría de rodillas intentando levantarse, pero sin éxito.
Pero dentro de este intento de superación frustrado, hay una persona que no falla nunca a la hora de escucharme, de aconsejarme y de confiar en mí porque, a la vez que yo me desahogo, ella también lo hace cuando lo necesita. Y os contaré por qué es tan importante. Él es una de las razones de mi caída, pero que esté ahí para cogerme de la mano tantas veces como me caiga es lo que me incita a seguir adelante. A pesar de que perdimos toda la complicidad que algún día tuvimos, hemos recuperado ésta y muchas cosas más. Tener su amistad es una de las cosas más importantes para mí. Pero, a pesar de todo lo que he dicho, mis amigos serán mis amigos siempre, podrá haber momentos buenos y malos, o “neutros”, pero son lo mejor que tengo después de mi familia. Quién sabe, igual son solamente imaginaciones mías y todo está bien…
Por hoy termino, pero aún me quedan cosas por contar.
To be continued,
Dadou